Dos Omisiones Flagrantes de Nuestra Mesa de Negociación
A pesar de algunos contratiempos, ya estamos en la tercera ronda de negociaciones en México entre la autodenominaba Plataforma Unitaria (cuya desunión fue destapada por el comunicado oficial de Primero Justicia) y la narcotiranía madurista.
Sé que hay poca fe en está negociación por razones que incluyen el enorme número de negociaciones previas que solo han servido para oxigenar la dictadura y la pérdida de fe por parte de los venezolanos en los actores políticos sentados en la mesa. Sin embargo, los amigos internacionales que impulsan el proceso nos dicen que esta negociación es distinta por la amplitud del acompañamiento internacional y por su metodología de mediación. Los otros fueron diálogos políticos; esto sí es una negociación mediada, y por ende más prometedora.
Ojalá. Ciertamente todos los venezolanos (dentro y fuera del país) queremos que nuestra Venezuela querida vuelva a la democracia.
Sin embargo, nuestro equipo de oposición, la supuesta Plataforma Unitaria que dice representarnos, carece de fuerza y legitimidad por varias razones. Su falla de origen es ser compuesto por el G4, en vez de un equipo más amplio de venezolanos talentosos con verdaderos credenciales profesionales en pro de la democracia. El G4 es irrelevante en esta negociación.
Los partidos del G4 no fueron los partidos elegidos a la Asamblea Nacional en el 2015. Los venezolanos votaron por una oposición al chavismo, no por partidos particulares. Sin embargo, estos partidos del autodenominado G4 (algunos establecidos después del 2015) siguen acaparando el proceso de cambio sin ninguna autoridad legítima otorgada por los ciudadanos venezolanos.
Más allá de este gran cinismo de ilegitimidad, hay dos omisiones flagrantes por parte de la ridículamente autodenominaba Plataforma Unitaria que, más allá de ser omisiones estratégicas, son, dada la situación del país, francamente imperdonables:
- Nadie ha pedido los derechos ciudadanos (y electorales) de los 6 millones de venezolanos en el exterior. Sencillamente, de apertura, quienes pretenden representarnos en democracia, han botado a la basura el 20% de la ciudadanía, sin ninguna explicación. Es aún más imperdonable cuando se considera que más del 90% de esos 6 millones votarían en contra del chavismo en cualquier elección más o menos justa, libre, y transparente. La diáspora es la ola electoral pro democracia imparable. Pero a la Plataforma Unitaria no les interesa incluirlos, punto.
- No hay nadie sentado en la mesa que tenga ninguna experiencia militar o siquiera haya trabajado con o entrenado a militares. En un país, donde la dictadura es apoyada por las Fuerzas Armadas, que además controlan la economía destruída de Venezuela, no tener alguien que «hable militar» o «hable seguridad» es una irresponsabilidad y estupidez que no tiene ni explicación ni perdón. Los estadounidenses están muy claros que esa es una falla de todos los líderes del G4, que además no tienen la legitimidad del pueblo.
Nosotros los venezolanos queremos libertad y democracia, de ser posible sin derrame masivo de sangre. Pero para eso se requiere una estrategia bien articulada, impulsada por venezolanos talentosos, que tienen la legitimidad de la ciudadanía que pretenden representar.
La «Plataforma Unitaria» sentada en México: no representa los votantes venezolanos del 2015; ha intencionalmente abandonado el 20% de la ciudadanía que está en diáspora; y omite el pilar del cambio más importante: el militar.
Con razón que la dictadura se siente tan cómoda en esa mesa: saben que al final del proceso, el lado que dice representarnos no lo hace. La inclusión política y el plan de gobernanza no son ejercicios a futuro. Quienes se sientan en la mesa de negociación en México deberían ya haber demostrado que nos representan y que en consecuencia son dignos de nuestro apoyo.